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Hace unos años en los que sufría de una tos imparable, me recetó el doctor una cucharada de Ambroxol cada ocho horas. En la impaciencia del día empecé a darle tragos cada vez más seguido hasta acaberme la botella en una mañana. Mi amigo Carlos y yo fuimos al médico, quien nos mandó a hacerme vomitar.
Ireri se tomó por error una pastilla que da dolores de cabeza y le pasé mi remedio infalible. -Pero tienes que estar lista junto a la taza, porque el efecto es inmediato, es casi un reflejo en tu estómago que se contrae y vomitas enseguida.
Muy bien.
Preparamos medio vaso de leche con sal e Ireri la bebió y se puso junto a la taza del baño. El sabor efectivamente es horrible- concedió.
El efecto inmediato no sucedió. Esperamos unos segundos a que el aparato digestivo rechazara el líquido, pero al parecer el aparato digestivo de Ireri había vencido a nuestro remedio infalible.
Después de una media hora Ireri apunta. "Voy a hacerme un sandwich."
Me quité el sombrero. Yo siempre he respetado a los estómagos más poderosos que el mío.