A propósito de "Agarrando Pueblo", un ensayo cinematográfico filmado en los setenta, el colombiano Rubén Mendoza habló de los directores que explotan la pobreza y la ignorancia de sus personajes para ganar festivales europeos. Los vampiros de la imagen, la pornomiseria.
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Directores del tercer mundo explicando, (¿justificando?) poniendo en un plato a medio digerir a sus países para consumo del primer mundo.
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Y directores audaces -Ospina, Mayolo- proponiéndose hacer la película que explote todas las miserias de Cali. Ya tenemos gamines, putas, locos, vagabundos... Haciendo ellos mismos de cineastas farsantes al servicio de la televisión extranjera, moviéndole el bote al mendigo, regalando monedas a los niños antes que curarles sus heridas, tomando la casa ajena como set, al punto de correr al legítimo dueño loco que no acepta rentarles su casa; y que finalmente resultará ser un actor más, que se limpiará el culo con el dinero que le ofrecen antes de preguntar "¿qué tal me vi?"