El debut de Carolina Rivas, con "El color de los olivos" es una denuncia documental del acoso del ejército israelí a una familia palestina, cuya huerta ha quedado aislada de la comunidad de Masha por el muro sionista. Decía el diario del festival internacional que esta película no tenía nada que ver con el conflicto israelí-palestino. Decían también que este documental no era político.
¿Pero qué más político que el acoso militar al hogar y qué más bélico que forzar a una familia a desplazarse?
La página oficial de la película.
El color de los olivos también es un posible atisbo en el espejo desde donde ver los cortos ficcionales cuequenses de Carolina. El padre que carga a su hijo, en un esfuerzo más grande que él, por el desierto mexicano de Zona cero (2004). El hombre que cae del balcón (lo obvio, lo obtuso) de su primera ficción de 2002 y así.
Ahora las jirafas disecadas como intento último de devolver la alegría de los niños; pero también el canto de amor declamado a su país ("verde como el color de los olivos"), que no es otro que la huerta que aman, que los alimenta y de la que no se habrán de desprender ni el padre Hani Amer ni sus hijos, ni las mujeres palestinas que elegirán como esposas para defender juntos la patria.